🏠Recién nacidos y visitas: por qué preferí esperar un poco

Antes de empezar, quiero decir algo importante: sé que cada familia tiene sus propias reglas y formas de ver este tema. No creo tener la verdad absoluta ni pretendo decir que esta sea “la forma correcta”. Sólo quiero contarte mi experiencia, con la esperanza de que pueda servir de apoyo a alguna mamá que esté buscando información o que no sepa cómo abordar este tema con su familia.

Vacunarse contra la tosferina: un requisito para visitas seguras

En mi caso, desde el embarazo, el ginecobstetra nos recomendó que todas las personas que fueran a tener contacto con el bebé en sus primeros días de vida se vacunaran contra la tosferina. Esta es una enfermedad infecciosa de las vías respiratorias, altamente contagiosa, y se caracteriza por ataques de tos intensa y prolongada que pueden dificultar la respiración, especialmente en bebés.

Le conté a mi familia que este era un requisito indispensable si querían conocer al bebé antes de que cumpliera sus dos primeros meses de vida. Esta vacuna debe aplicarse de forma particular (no la cubre el sistema de salud en Colombia) y no es precisamente económica, por lo que entiendo que no todas las personas pueden acceder a ella. Afortunadamente, mi familia lo entendió y quienes deseaban conocer al bebé recién nacido accedieron a vacunarse.

Hasta ese momento, el único argumento que yo conocía para evitar visitas a recién nacidos era el de su salud. Pero lo que no me esperaba era el mar de emociones que viviría en el postparto, ni las dificultades que tendría con la lactancia. Todo eso afectó directamente mi batería social y mis ganas de recibir visitas en casa. No sólo por la salud del bebé, sino también por mi propio estado de ánimo.

“Cerrado por maternidad” Por qué no quise visitas en el postparto temprano

No soy la única que ha preferido la calma del hogar sin visitas tras dar a luz, pero sí quiero contarte por qué, en mi caso, puse un cartelito mental de “cerrado por maternidad”. Estas son mis razones personales (con mucho amor, cero juicio).

1️⃣ La salud de mi bebé, y esta es la más importante. Los recién nacidos llegan con un sistema inmunológico que básicamente está en modo “🔋cargando, por favor espere…”. No tienen defensas ni memoria inmunitaria, así que algo que para un adulto puede ser sólo un estornudo, para un bebé puede convertirse en algo muy grave.

2️⃣ Dormir era un lujo de otro mundo. Las noches eran una maratón de tomas, despertares y ojeras, así que cuando el bebé dormía, yo también quería hacerlo. Y sinceramente, no me parecía lo más cómodo tener visitas mientras yo me tiraba una siesta en el sofá con cara de “me rendí”.

3️⃣Medellín y el calor eterno. Vivíamos en una ciudad calurosa, así que mi uniforme oficial de postparto era short de pijama y top (cuando había top). Muchas veces, ni eso, porque el contacto piel con piel era prioridad. Y pues… así, como en modo selva tropical, no me sentía nada presentable para recibir gente.

4️⃣ La lactancia, esa montaña rusa. Amamantar ya es un reto en sí, y en mi caso incluía pecho, sonda, jeringa y extracción. Una producción completa. Hacer todo eso frente a otras personas me hacía sentir incómoda, torpe y juzgada, aunque nadie lo estuviera haciendo.

5️⃣ Depresión postparto, aunque en ese momento no lo sabía. Me sentía bajita de ánimo, sin energía, emocional y con cero ganas de socializar. Las preguntas fijas eran: “¿Cómo fue el parto?” y “¿Cómo va la lactancia?” -preguntas completamente normales y esperadas- pero eran 2 temas que en ese momento eran una espinita porque me hacían sentir que no lo estaba haciendo bien.

Todo esto lo quiero contar porque, antes de ser mamá, también fui esa amiga, prima o tía que quería ir a conocer al bebé lo antes posible… sin saber todo el mini huracán emocional y físico que es el postparto. A veces fui imprudente sin querer, simplemente porque no conocía los riesgos de visitar a un recién nacido tan frágil, ni imaginaba que una mamá se pudiera sentir incómoda con visitas tan temprano.

Y ojo, esta fue mi historia con este embarazo, pero cada mamá y cada postparto es un mundo aparte. Para otras, la compañía temprana puede ser justo lo que necesitan. Y eso está muy bien.

Por eso, con todo el cariño y sin juicios, quiero compartir estos consejos que me habría gustado tener a la mano antes de ser mamá… o para reenviar a mis contactos como “manual de convivencia postpartal” 😅👇

Tips para visitar a un recién nacido sin acabar peleado con los papás:

1️⃣ Espera a que la mamá te invite. No te vayas corriendo al hospital o la casa sin que te hayan llamado. Si no te invitan, todavía no es el momento.

2️⃣ Avisa antes de llegar. Puede que mamá esté dormida, semidesnuda, en una crisis de llanto hormonal o simplemente que haya cambiado de idea.

3️⃣ Pregunta si necesitas llevar algo. Un antojo, una comida, papel higiénico. Tu visita puede ser la excusa perfecta para llevar ayuda útil.

4️⃣ Lávate las manos. Aunque vengas oliendo a perfume, lavarte las manos es un gesto de cariño (y de protección), es más, si puedes evitar usar perfume ese día mucho mejor, los bebés son muy sensibles.

5️⃣ Pregunta cuáles son las reglas de la casa: Tapabocas, descalzarse, cambiarse de camiseta… cada hogar tiene su protocolo. ¡Y se respeta!. Si papás piden la vacuna contra la tosferina y no puedes o no quieres vacunarte, lo mejor es esperar a visitar al bebé cuando sea un poco más grande y ya tenga sus vacunas.

6️⃣ Pregunta antes de tocar o cargar al bebé. Y si la emoción te gana, respira hondo y evita los besos en la cara o las manos, que siempre terminan en la boca del bebé. Una caricia en la espalda o en las pantorrillas puede ser suficiente.

7️⃣Ofrece tu ayuda: Si ves una montaña de platos o ropa sin doblar, no mires para otro lado. Puedes ayudar!

8️⃣ Está pendiente a las señales de cansancio de mamá y bebé para despedirte a tiempo.

Al final, cada mamá tiene su propio ritmo y su forma de vivir el postparto. Para mí, ese “cerrado por maternidad” fue necesario (y temporal) para sanar, adaptarme y cuidar a mi bebé, fue mi forma de protegernos a los dos mientras encontrábamos nuestro equilibrio.

Si eres mamá o estás por serlo, o si eres de esas personas que quieren acompañar en este momento tan especial, ojalá estos consejos te sirvan para entender un poco mejor lo que pasa detrás de cámaras. Y sobre todo, para que todos podamos acompañarnos con respeto, cariño y sin presiones.

Gracias por leer hasta aquí, y recuerda: a veces el mejor regalo que puedes darle a una mamá es simplemente espacio y tiempo.

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