🤱La baja producción de leche materna sí existe: mi historia
Cuando empecé este camino, fue difícil encontrar información y testimonios con los que pudiera sentirme identificada y llegué a sentirme muy sola… luego fui descubriendo que es un tema más común de lo que pensaba pero del que no se habla mucho, por eso acá está mi historia.
Bendita expectativa: Desde que estaba en embarazo soñaba con ser una “vaca lechera”, me preparé, leí, fui a asesorías y hasta me sentía confiada de mi genética porque mi mamá siempre tuvo mucha leche. Días antes de mi parto, me enseñaron a hacerme extracción manual y me dijeron: “vas a ser una excelente productora, ya tienes calostro” me sentí en las nubes…
Los primeros días de lactancia: Luego de mi parto (te cuento esa historia acá) tuve el anhelado piel con piel con mi bebé. Todo parecía ir bien; mi bebé se agarraba al pecho y succionaba con ganas con ayuda de pezoneras. En el hospital hizo pipí y popó varias veces, así que nos dieron salida para la casa sin ninguna novedad.
En casa seguía pegando al bebé a demanda, como las pezoneras quedaban untadas de leche pensaba que todo estaba bien. Al segundo día tuvimos una revisión con la asesora de lactancia de la EPS (¡excelente servicio!), con su ayuda logramos que el bebé se pegara sin pezoneras, yo estaba feliz. Pero al pesar al bebé notamos que había perdido 12% de su peso al nacer en sólo dos días, cuando lo esperado es alrededor de un 5%. Además tenía la boca un poco seca y su carita empezaba a mostrar un leve color amarillo. Afortunadamente uno de los pediatras de turno fue a revisarlo y aún recuerdo lo amoroso que fue, secó mis lagrimas que estaban a punto de ahogarme y gracias a que fuimos a tiempo pudimos llevarnos nuestro bebé a casa, con el compromiso de empezar a complementar con fórmula mientras yo hacía todo lo posible por aumentar mi producción de leche. Debo aceptar que las palabras complemento y fórmula hacían un hueco en mi corazón y en mi anhelo de ser LME (Lactancia Materna Exclusiva).


La lucha por aumentar la producción: Determinada a que la fórmula fuera temporal, revolqué internet en búsqueda de una fórmula mágica, sin embargo, todo parecía resumirse en “oferta y demanda”. Así que empecé una rutina intensiva para aumentar mi producción:
– Masajes y calor antes de cada toma
– Ofrecer ambos pechos en cada toma y todo el tiempo posible
– Complementar con fórmula usando el método sonda-pezón para seguir estimulando el pecho
– hacer extracción manual y con extractor.
Intentaba extraerme leche a todas horas, con la esperanza de que mi cuerpo “entendiera” el mensaje. Era una rutina agotadora pero yo sólo pensaba en la recompensa: convertirme en una maquina lechera como todas las mujeres en mi algoritmo, con sus camisetas mojadas y sus neveras a reventar de bolsas de leche congelada.
Con todo este ritual lograba recolectar alrededor de 4 oz de leche por día, que eran un verdadero tesoro, pues logramos “desterrar la temida fórmula” y los complementos eran ahora de mi propia leche.

Una balanza en casa (el terror😨): tomamos la decisión de comprar una balanza para pesar al bebé TODOS los días en casa, aún recuerdo la ansiedad que sentía cada vez que lo íbamos a pesar, era un examen diario a mi maternidad. Al segundo o tercer día consecutivo que no alcanzara el peso “esperado”, subíamos un poco el complemento y mi autoestima bajaba en la misma proporción. Nunca le contamos a los pediatras ni a las asesoras de lactancia que teníamos una balanza en casa y que controlábamos el peso diariamente, supongo que en el fondo sabíamos que no era tan buena idea, pero aún así lo seguíamos haciendo con la mejor de las intensiones.
Adiós a la expectativa de ser LME: A pesar de todo la ganancia de peso de mi bebé no era “óptima”, por lo que el pediatra nos recomendó aumentar un poco más el complemento y definitivamente no era posible lograrlo sólo con la leche que me extraía, así que al tercer mes volvió a casa la fórmula…
Adicionalmente el tetero no era una opción en mi mente, me daba mucho miedo que el bebé rechazara mi pecho y “perdiéramos la conexión”, así que probamos distintos métodos para ofrecer el complemento: dedo jeringa, sonda pezón, cuchara dispensadora, vaso… usamos estos métodos hasta los 6 meses que le ofrecimos tetero y afortunadamente mi bebé no rechazó el pecho, actualmente ama su tetita y su tetero también.

Aceptando la fórmula y disfrutando la lactancia: Después de 6 meses, varias asesorías de lactancia, comer avena a dos manos, tomar pastillas (medicadas) y probar distintos métodos de extracción como la poderosa, me sentía agotada física y mentalmente. Afortunadamente llegó la etapa de la alimentación complementaria y la presión que yo misma me imponía fue disminuyendo, poco a poco fui dejando las extracciones y aunque sentía miedo de que mi producción se fuera a pique, mentalmente estaba mejor, me sentía mas tranquila y feliz.
Hoy, con 11 meses, mi bebé sigue tomando pecho a demanda y complementamos con un poco de fórmula antes de sus siestas. Aprendí a hacer las paces con la lactancia que tengo y lo más importante: tanto mi bebé como yo la disfrutamos enormemente.
Lo que aprendí de esta experiencia
1️⃣ La baja producción de leche materna sí existe. No es lo más común, pero pasa. No siempre se soluciona con “solo ponértelo más al pecho”.
2️⃣ Prepararte ayuda, pero no garantiza nada. Informarte y buscar ayuda es valioso, pero cada cuerpo es un mundo y la realidad puede ser diferente a lo esperado, mantén tu mente abierta.
3️⃣ Las pezoneras pueden ser salvación o trampa. A mí me ayudaron al principio, pero también me impidieron notar antes que mi bebé no estaba tomando suficiente leche, intenta varias veces que tu bebé aprenda a succionar directo del pecho.
4️⃣ Controlar el peso todos los días no siempre ayuda. Aprendí que lo importante es la tendencia general de crecimiento y no el peso de un solo día.
5️⃣ La fórmula no es el enemigo. Puede ser una aliada cuando se necesita. Alimentar a tu bebé es lo más importante, sin importar cómo lo hagas.
6️⃣ Cada lactancia es única y válida. No existe un solo camino correcto, sólo el que funciona para ti y tu bebé.
7️⃣ Tu bienestar también importa. Una mamá tranquila es más importante que un ideal. No hay fórmulas mágicas, y la mejor decisión siempre será la que mantenga a tu bebé sano y a ti en paz.
8️⃣ No hay fórmulas mágicas, pero todo ayuda. Haz lo que esté en tus manos y te haga sentir tranquila. Hoy agradezco la lactancia que tengo a todas las herramientas que apliqué.
9️⃣ No estás sola. Muchas mamás pasan por lo mismo, aunque pocas lo digan en voz alta.

Si estás en este camino, te abrazo. Lo estás haciendo increíble. 💕